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Opinión

El Oficial Colque «Obsesivo y manipulador» los chat

Published

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14 de febrero del 2018

Según un informe al que tuvo acceso truncadoinorma, de los chat, sms y  la las denuncias realizadas contra el Oficial de Policía Alejandro Colque se desprenden 2 rasgos de personalidad muy marcadas y sobresalientes: Obsesivo y Manipulador, dicho trabajo fue realizado por una profesional de la Psicología externa al proceso penal y administrativo que se le sigue al Policía.

Los párrafos marcados en rojo son los que demuestran algunas de estas 2 patologías o trastornos de la personalidad, destacándose principalmente en este su carácter Obsesivo el cual puede a llegar a ser, si no es tratado, peligroso para sí o terceros y seria lo que más próximo a evaluar por tener ciertas señales preocupantes en la forma de comunicarse trasladable a su forma de relacionarse con sus afectos, entorno y extraños.

En el caso de la manipulación se muestra más como un típico caso de chantaje emocional, pasando por varios estados que van desde el enojo y la orden a la lastima esta clase de comunicación  se da en personas que tienen una emocionalidad disminuida o aniñada, hacen berrinches de todas las formas posibles para obtener lo que quieren como un nene, por esto no se tiene que dejar de evaluar la profundad de la patología que en algunos caso puede ser mucho más complejo de lo que muestra.

Una característica de los chat y sms que impresiona para hacer una evaluación global periférica es como va evolucionando una historia en quien escribe a pesar de no recibir ninguna respuesta, él se plantea hipótesis de lo que le pasa al otro, se hace preguntas que el mismo responde e inventa situaciones, leído como esta presentado más que un claro caso de acoso tiene características de querer causar terror en el otro, esto sumado a que víctima y victimario ejercen la misma profesión y tienen vasos vinculantes entre compañeros o situaciones laborares, la palabra terror se convierte en algo muy cercano para la afectada.

A saber sobre Obsesión Afectiva a tener en cuenta sus características:

• Fijación de que solo estando con la pareja se está pleno y feliz.
• Visión de túnel. La persona no puede abstraerse de la imagen y recuerdo de la persona a la que aman, al grado de afectar sus actividades diarias y capacidad de concentración.
• Conductas neuróticas y compulsivas como llamadas o visitas continuas.
• Acecho para ejercer control, ya sea físico, a través de amigos y conocidos, o por medio de las redes sociales.
• Peleas por celos infundados o acusaciones falsas que se tornan cada vez más violentas.

• Indagatorias extenuantes.
• Monitoreo físico de las actividades de la pareja.
• Manipulaciones económicas o afectivas.
• Amenazas.
• Control excesivo de la apariencia, amistades y actividades del otro.
• Masoquismo, abuso sexual y violaciones.
• Depresión y pensamientos suicidas.
• Pérdida de la autoestima, sentimientos de culpa y odio hacia sí mismo.
• Negación de que la relación llegó a su fin.
• Ira intensa y deseos de venganza.
• Adicción a drogas, alcohol, sexo, comida o juego.

Características del Manipulador:  Personalidad agresiva encubierta

Hay dos tipos básicos de agresión: la agresión directa y la agresión encubierta. Cuando usted está determinado para obtener algo y es abierto, directo y obvio en su manera de enfrentamientos, su comportamiento es etiquetado como abiertamente agresivo. Cuando usted debe «ganar», dominar o controlar, pero en forma sutil, secreta o bastante engañosa para esconder sus intenciones verdaderas, su comportamiento es más apropiadamente etiquetado como encubiertamente agresivo. Ahora, evitar cualquier demostración abierta de la agresión y simultáneamente intimidando a otros para que le den lo que usted quiere, es una maniobra poderosamente manipuladora. Por eso la agresión encubierta es el vehículo para la manipulación interpersonal usado más a menudo.

El proceso de Victimización

Durante mucho tiempo, me pregunté por qué las víctimas de manipulación les cuesta tanto ver lo que sucede en interacciones manipuladoras. Al principio, estuve tentado de criticarlos. Pero he aprendido que son engañados por algunas muy buenas razones:

1. La agresión de un manipulador no es obvia. Nuestra intuición puede decirnos que ellos luchan por algo, luchan para vencernos, ganar poder, o hacer las cosas a su manera, y nos encontramos inconscientemente a la defensiva. Pero porque no podemos señalar pruebas objetivas y claras de que nos atacan, no podemos validar fácilmente nuestros sentimientos.

2. Las tácticas usadas por los manipuladores pueden hacerlo parecer que están dolidos, se preocupan, defendiéndose…, casi todo menos que están peleando. Esta táctica es difícil de reconocer simplemente como estrategia inteligente. Ellos siempre hacen lo suficiente para que la persona dude de su comprensión natural e intuitiva de que está siendo víctima de abuso o toma de ventajas. Además, la táctica no sólo dificulta que consciente y objetivamente vea que un manipulador lucha, sino que simultáneamente le mantienen a la defensiva. Estos rasgos son armas psicológicas muy eficaces a las cuales cualquiera puede ser vulnerable. Es difícil pensar con claridad cuando alguien le tiene huyendo emocionalmente.

3. Todos nosotros tenemos debilidades e inseguridades que un manipulador inteligente podría explotar. A veces, somos conscientes de estas debilidades y de cómo alguien podría usarlos para aprovecharse de nosotros. Por ejemplo, oimos que padres dicen cosas como: «sí, sé que tengo un botón de culpa bien grande.» – Pero cuando su niño manipulador empuja afanosamente aquel botón, ellos pueden olvidar fácilmente lo que realmente sucede. Además, a veces somos inconscientes de nuestras vulnerabilidades más grandes. Los manipuladores a menudo nos conocen mejor que nosotros mismos. Ellos saben qué botones presionar, cuando y con qué fuerza. Nuestra carencia del conocimiento de sí mismos nos pone en una situación de desventaja para ser explotados.

4. Lo que nuestra intuición nos dice cómo es un manipulador, desafía todo que nos han enseñado creer sobre la naturaleza humana. Hemos sido inundados de una psicología que nos tiene viendo a todos, al menos hasta algún grado, como miedosos, inseguros o «colgados». De este modo, mientras nuestro instinto nos dice que tratamos con un manipulador despiadado, nuestra cabeza nos dice que ellos realmente deben ser personas asustadas o heridas «por dentro». Lo que es más, la mayor parte de nosotros generalmente odia pensar en sí misma como gente insensible y cruel. Vacilamos en hacer juicios duros o aparentemente negativos sobre otros. Queremos darles el beneficio de la duda y asumir que ellos realmente no abrigan las intenciones malévolas que sospechamos. Tenemos más tendencia a dudar y culparnos por atrevernos a creer lo que nuestro instinto nos dice sobre el carácter de nuestro manipulador.

Mientras, desde cierta perspectiva podríamos decir que alguien con este comportamiento defiende su ego de cualquier sentido de vergüenza o culpa, es importante darse cuenta que al tiempo que el agresor expone estos comportamientos, él no está principalmente defendiendo (es decir intenta impedir que ocurra algún acontecimiento internamente doloroso), sino que pelea para mantener una posición, ganar poder y quitar cualquier obstáculo (tanto interno como externo) en el camino de obtener lo que él quiere.

Ver al agresor a la defensiva en cualquier sentido es una trampa para victimizar.

El reconocimiento de que ellos están principalmente a la ofensiva, prepara mentalmente a una persona para la acción decisiva que deben tomar a fin de evitar ser atropellados.

Por lo tanto, creemos que es lo mejor comprender muchos de los comportamientos mentales (no importa cuán «automáticos» o «inconscientes» pueden parecer) que a menudo observamos como mecanismos de defensa, como tácticas de poder ofensivas, porque las personalidades agresivas los emplean principalmente para manipular, controlar y conseguir el dominio sobre otros.

Más que tratar de prevenir que suceda algo emocionalmente doloroso o terrible, cualquiera que use estas tácticas está tratando principalmente de asegurar que algo que ellos quieren que pase, suceda.

 

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