Provincia
Río Turbio: Muerte tras el viaje de egresados declararon en rebeldía a 4 padres

6 de diciembre del 2019
Se trata del caso de Damián Maichil, el chico de 14 años que, por negligencia o impericia de las personas que debían velar por su salud, falleció por una neumonía aguda luego de un viaje de estudios que había hecho con sus compañeros de escuela. Para esta jornada se espera que 16 personas testifiquen. El único imputado que estuvo en el recinto no declaró.
*Por Martín Muñoz Quesada
El 23 de diciembre de 2007 no fue un día más para Río Turbio. Cerca de las 3 de la madrugada, un chico de 14 años murió de un paro cardíaco provocado por una neumonía que no había sido debidamente tratada.
Se trataba de Damián Maichil, un chico que estudiaba en la Escuela N° 30 y que una semana antes había viajado con sus compañeritos a Villa Carlos Paz, con motivo de su viaje de egresados.
Antes, el 14 de ese mes, la delegación de la escuela había partido hacia la ciudad del corazón del país y durante los primeros días todo fue jolgorio: los chicos se divertían y nadie podría presagiar que lo peor iba a pasar tan sólo unos días después.
Dos días antes de retornar a la Cuenca Carbonífera, Damián comenzó a sentirse mal: algunos dolores de cabeza, de panza y fiebre hicieron que su cuadro de salud decayera. Incluso algunos de sus compañeros llegaron a decir que lo vieron quedarse dormido en cualquier lugar y dejó de participar en las actividades que la empresa contratada, Chaltén Estudiantil, tenía para los egresados.
La noticia parece que no alteró a nadie, de acuerdo a las acusaciones de la Fiscalía y la querella, a Damián solamente lo atendió un enfermero en Villa Carlos Paz y le dieron una inyectable para que su temperatura bajara.
Todo empeoró cuando la delegación de alumnos, junto al coordinador y a un grupo de padres, retornaba a Río Turbio. Lejos de ser un viaje tranquilo para los chicos, que podrían estar reviviendo todas las vivencias que tuvieron durante su estadía en Carlos Paz, para Damián fue un calvario y su estado de salud empeoró: la fiebre lo invadió y hasta algunos compañeros debieron cambiarle el pantalón porque se orinó encima.
Como la situación de Damián ya no daba para más, la delegación decidió parar en Santa Rosa, La Pampa. Como si se tratara de una tormenta perfecta y que el destino de Damián ya parecía escrito: no lo pudieron atender en el centro asistencial de esa provincia porque, momentos antes, un accidente de tránsito había hecho que no hubiera lugar en la guardia para que lo atendieran, por lo que la delegación decidió continuar viaje.
Tras unas horas más de suplicio, apareció en el horizonte una nueva posibilidad para que atendieran a Damián: el Hospital Zonal de Caleta Olivia. Allí, durante unas cuatro horas, el chico fue revisado por el pediatra Javier González, quien solamente le dio algo para la fiebre y el calvario del joven no cesaba.

Esta situación parece que jamás incomodó a los padres que habían viajado para cuidar a los chicos. La primera comunicación de una de ellas con la mamá de Damián recién se dio en Caleta Olivia, cuando, quizás con el fin de no asustar a la mujer, le dijo que habían parado en el hospital de la ciudad de El Gorosito y que al chico le habían diagnosticado anginas.
Se esperaba que la delegación llegara a la medianoche y, a partir de allí, hacer una caravana que comenzaría en el hotel Capipe, edificio emplazado en el ingreso a la ciudad. Finalmente, a las 3 de la madrugada del otro día llegó el colectivo. Antes que el rodado llegase, Damián ya no daba más y hasta vomitó sangre.
El estado de joven era deplorable, según dijo su madre, apenas podía moverse: “no lo quise abrazar porque pensé que se iba a caer”, aseguró. Tanto Carmen como Eladio, los papás del chico, fueron en su Traffic al hotel, pero, al ver como estaba su hijo, decidieron llevarlo de urgencia al hospital.
“Si llegamos al hospital, se salva”, dijo Eladio, pero, pese al esfuerzo de los facultativos médicos, el corazón de Damián dijo basta. “Estaba azul, yo no sabía qué hacer, después vinieron las enfermeras y me sacaron”, dijo ayer Eladio. Minutos después se certificó el deceso.
La jueza Betina Bustos ordenó la autopsia y se supo que Damián estaba sufriendo una neumonía aguda que no fue bien tratada. A partir de ese momento, se comenzó a buscar a los responsables.
El debate
Luego de 12 años de espera, finalmente la causa llegó a juicio y el mismo se realizó ayer en las instalaciones de la Cámara Oral de nuestra ciudad capital. Con una lista de testigos que rondaba el número de 40 y con un retraso de una hora, el juicio comenzó cerca de las 10 de la mañana del jueves.
Al debate llegaron como imputados con la carátula de “homicidio culposo”, el médico que atendió a Damián en Caleta Olivia, Javier González; el coordinador que viajó con los chicos, Leonardo Rigazzi, y cuatro padres que habían viajado para acompañar y cuidar a la delegación, ellos eran: Verónica Huenchecheo, María del Valle Ajalla, Mauro Alberto Bertagna y Pablo Daniel Arancibia.
El juicio fue encabezado por Jorge Yance, quien estuvo junto a sus pares Carlos Arenillas y Joaquín Cabral. Esta vez, como Iván Saldivia en su momento había sido el fiscal de Estado, por subrogancia, debió intervenir Luis Tomi como representante del Ministerio Publico Fiscal, quien regularmente interviene en la Cuenca Carbonífera.
Además de la tardanza para comenzar el debate por diferentes contratiempos, llamó la atención las sillas vacías que el personal judicial había puesto para que se sentaran los imputados. El único que estuvo presente fue el pediatra acusado. González viajó días atrás a nuestra ciudad capital, ya que ahora se encuentra trabajando en Córdoba, provincia de la que es oriundo.
El único que había justificado su ausencia era Rigazzi, el coordinador del viaje, quien se encuentra con problemas de salud en Buenos Aires y en las próximas horas sería intervenido quirúrgicamente por un problema de visión. De igual manera, su abogado, Alberto Luciani, se presentó para defender los intereses de su pupilo.
Habitualmente, durante los debates se hace el repaso de testigos que comparecieron tras ser notificados y no es más que una formalidad para determinar cuáles son los testigos que son necesarios para que se presenten en el debate. En esta oportunidad, esta tarea se extendió por varios minutos, ya que la lista de testigos llegó hasta el número cuarenta.
Tras esa revisión, los abogados querellantes que representaban los intereses de la familia Maichil solicitaron al Tribunal que declarara en rebeldía a los imputados ausentes, entendiendo que el tiempo entre la notificación y la fecha de audiencia había sido más que prudente, por lo que no tendrían motivo para no estar en el debate.
Esa solicitud fue aceptada por los jueces, quienes, de manera inmediata, los declararon en rebeldía. Ahora los imputados tendrán tres días hábiles para comparecen ante la Justicia o, caso contrario, se dispondrá órdenes de detención contra ellos.
La no indagatoria
Pese a la ausencia de los otros imputados, el juicio continuó contra Javier González, el profesional de la salud que había atendido a Damián en Caleta Olivia.
Cuando la secretaria del Tribunal leía la acusación de la Fiscalía y la querella, el médico intercalaba miradas al piso y a un punto fijo cercano al estrado del estrado de los jueces. Asimismo, luego que le leyeran sus derechos, por recomendación de su abogado, González decidió no ampliar su indagatoria, sino que se procedió a la lectura que, en su momento, había hecho ante la jueza Betina Bustos.
Según pudo saber LOA, González se excusó asegurando que al momento de la atención a Damián no había indicios que marcaran que la anomalía en su estado de salud fuera por una cuestión respiratoria, por lo que habría atendido los síntomas en vez del problema que había detrás, amenazando la vida del muchacho.
El profesional de la salud indicó además que posiblemente la inyectable que le habían colocado a Damián antes de salir de Carlos Paz tuvo incidencia en la falta de síntomas que encontró al chequear la salud del muchacho. Asimismo, dijo que no ahondó en los exámenes exhaustivos ya que, al oír la respiración del joven, no había indicios que marcasen alguna anormalidad.
Durante la elevación a juicio, tanto la Fiscalía como la querella indicaron que el facultativo médico actuó con negligencia, mientras que contra los padres que viajaron con el coordinador, sostuvieron que eran garantes de la salud de Damián e incumplieron su cometido.
Mamá y papá
Damián era un chico deportista, además de estudiar todo el día en la escuela técnica, se hacía un tiempito para poder jugar a la pelota en un club de Río Turbio y andaba en bici todo el tiempo. Gozaba de buena salud y, según su mamá, nunca había tenido fiebre.
Ayer, Carmen, la madre de Damián, compareció como testigo por la muerte de su hijo. “Me acuerdo de todo como si hubiese pasado ayer”, dijo tras ser consultada por Yance sobre la secuencia de hechos fatídicos que en 2007, a días de Navidad, se cobró la vida de su hijo.
“Era la primera vez que me separaba de él (por Damián), a mí nunca me gustaron esos viajes de estudios”, comenzó diciendo Carmen. “Al principio me había dicho que no quería ir y después sus amigos lo convencieron”, dijo la mamá.
En junio de ese año, Carmen había hecho que su hijo fuera sometido a chequeos de rutina, “estaba sanito, como Dios manda, me dijeron que le diera vitaminas nada más, que era lo que le faltaba”, dijo ayer ante el Tribunal.
En diciembre de 2007, Damián le había hecho prometer a su mamá que no lo llamara todos los días y ella le dijo que iba a estar todo bien, que no iba a molestarlo, sino que “yo le voy a mandar mensajes con (María del Valle) Ajalla, que era la mamá de una amiga de él, que encima era maestra y que confiaba en ella”, aseveró.
La idea era buena, pero hubo un problema: Ajalla nunca le contó a Carmen sobre el estado de salud de Damián. Según dijo la mamá: “si sabía que le pasaba algo, él sabía que yo misma me tomaba un avión el mismo día, es más, en el contrato que firmé decía que si a mi hijo le pasaba algo, me lo mandaban enseguida”.
“Le pedí (a Ajalla) que no le pasara nada, ella todos los días me dijo que Dami estaba bien, ¿por qué fueron tan malos?”, dijo en un momento Carmen, antes que la garganta se le cerrara y comenzara a sollozar. Cuando parecía que la mamá del joven se había calmado, volvió a gritar: “¡nunca pensé que no me iban a avisar si le pasaba algo a mi hijo!”.
Todo esto ante la presencia del médico que diagnóstico mal a su hijo. González tenía un rosario en su mano izquierda, mano con la que también se tapaba la cara mientras miraba al suelo desconcertado.
Luego llegó el turno de Eladio, el papá de Damián, quien fue sentado ante el estrado y contó su versión sobre los últimos minutos de vida de su hijo, antes que falleciera en el hospital de Río Turbio y el destrato que obtuvo del personal de la empresa.
Sobre este último punto, Eladio indicó que antes que los chicos emprendieran su viaje “el coordinador nos dio un celular, pero nunca nos atendió, llamamos un montón de veces, pero nos atendía cualquier otra persona o directamente nadie atendía”.
“Cuando lo fui a buscar en la Traffic, apenas se podía mover, no podía caminar ni respirar, estaba jadeando”, dijo Eladio sobre el estado de salud de Damián al regresar del viaje. “Yo dije ‘si llegamos al hospital está salvado’. Cuando llegamos, un poco me alivié, pero lo recibieron con una silla de ruedas”, aseguró el papá.
El relato de Eladio comenzó a verse más pausado a partir de este momento. Evidentemente, recordar los últimos momentos con vida de su hijo lo acongojó y sólo dijo: “estaba en la cama, se estaba poniendo azul, yo lo quise tapar, pero me decía que tenía mucho calor. En un momento dio algunos saltos en la cama y fue cuando las enfermeras me vinieron a sacar”.
El debate continuará en esta jornada con el testimonio de al menos dieciséis personas. Además, se espera que finalmente aparezcan los imputados que ya fueron declarados en rebeldía.
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